No postergues la posibilidad de ponerle Inteligencia comercial a tu hacer como vendedor, está comprobado que apalanca el bienestar y genera buenos resultados.

Se dice por ahí que el buen vendedor es aquel que tiene “hambre de vender”, aquel que se ocupa de cerrar ventas todo el tiempo y que no para de hacer lo que tiene que hacer para que eso suceda.

Muchas veces, en el ambiente de las ventas se escucha: “Déjame llegar al número y después hablamos “. Ese “hablamos” es sinónimo de “pensamos “y pareciera que pensar es sinónimo de perder el tiempo.

Ya decía Steve Covey  lo importante que es “Afilar la sierra”.

Parar y pensar qué hacer, cómo hacerlo, cuándo, con quién, con qué  y sobre todo para qué hacerlo es fundamental para avanzar y encontrar sentido a lo que vivimos día a día.

Para hacerlo  es necesario ser proactivo, ya que este hábito de renovarse  es importante pero no urgente, por lo cual, lo postergamos muchas veces olvidándolo en el tiempo. Esa procastinación, término tan de moda que hace referencia al aplazamiento constante de ciertas actividades, suele tener que ver con algunos de estos aspectos:

  1. Es una obligación, no un deseo propio, y como tal, es probable que no genere pasión, entusiasmo y un verdadero compromiso.
  2. Si lo hago, lo hago bien, o no lo hago. Cuando nos proponemos hacer las cosas muy bien, nos vemos obligados a hacer mucho esfuerzo desde el principio. No vale empezar y luego ya se verá. Hay que estar a tope. Este hecho hace que si no estamos muy motivados, o no es posible renunciar a algo, acabemos posponiendo con la esperanza de retomar o iniciar la tarea cuando se tenga más ganas.
  3. Miedos e inseguridades. Cuando nos cuesta identificar o reconocer lo que nos atemoriza, normalmente hace que sea difícil fijarnos objetivos realistas. Tenderemos a fijarnos objetivos pocos realistas y potenciaremos el punto 2.

No postergues la posibilidad de ponerle Inteligencia comercial a tu hacer como vendedor, está comprobado que apalanca el bienestar y genera buenos resultados.